Aspectos positivos de medir la inteligencia (y la importancia de hacerlo bien)

09.10.2023

Cuando en sesiones explicamos la posibilidad de medir la inteligencia tanto en menores como en personas adultas, muchas personas nos responden: ¿y eso? ¿para qué? No existe una sensibilización sobre los beneficios de medir la inteligencia cuando aparenta que el resultado va a ser bueno. Solo nos fijamos en ella cuando hay dificultades en nuestro día a día, pero no tenemos en cuenta que nuestra inteligencia influye en cómo nos movemos en nuestro día a día a muchos niveles: cómo razonamos sobre lo que nos pasa, la resolución de conflictos que llevamos a cabo, los aparentes retos ante pautas de comportamiento rígidas por parte de las familias, la incomprensión que sienten algunas personas con alta inteligencia y la posibilidad de vivir dificultades a nivel social con su grupo de referencia entre otros aspectos.

Pero, para proponer esta evaluación, es de vital importancia que se haga "bien". Y, ¿a qué me refiero con hacerlo bien? A hacerlo basándonos en datos objetivos, valorando otras hipótesis que originen la situación actual ya que la realidad es multicausal y hablando de la posibilidad de que no sea una alta inteligencia la causante de lo que le lleva a consulta. Porque si algo puede ser, también puede no ser y, a veces, a algunos profesionales eso se les olvida. Es tan reconfortante decirle a un paciente que a lo mejor es Alta Capacidad, que prefieren valorar ese aspecto como única hipótesis de partida ignorando otros diagnósticos factibles dentro de la neurodivergencia como es el Trastorno de Déficit de Atención, los Trastornos del Aprendizaje (antigua dislexia, discalculia, disgrafía…), Trastorno de Espectro Autista o incluso algo tan "simple" como es la maduración emocional y social propia de cada persona.

Cuando lo pongo sobre la mesa en sesiones, tengo en cuenta todos los trastornos comórbidos y la sintomatología compatible con otros diagnósticos en cada respuesta dada a un cuestionario. Esto puede ser por Alta Capacidad, pero también puede ser por TEA (autismo), por bajas habilidades sociales, por ansiedad social, etc. También les explico que llegar a ser una persona con AACC (Altas Capacidades) es algo complejo, puesto que necesitas llegar al percentil 95. Es decir, necesitas estar por encima del nivel de inteligencia del 95% de la población de tu edad. Una persona puede tener una inteligencia muy buena con un percentil 85 y no llegar a ser Alta Capacidad (todo esto resumiendo mucho, ya que también existen las personas con Alta Capacidad: Talento complejo, teniendo que llegar al percentil 80 en varias aptitudes).

Llegar a tener una inteligencia media, media-alta o incluso alta, "debería" ser motivo de alegría ¿no? tengo una buena inteligencia y eso me hace tener unos beneficios en mi día a día. El problema se da cuando algunos de los profesionales que comentaba anteriormente, dicen la palabra Alta Capacidad a la ligera y sin hacer ninguna comprobación: "Seguro que eres Alta Capacidad", "nooooo, qué va a ser Autismo-DéficitdeAtención-TrastornoLímiteDePersonaldiad-yCualquierOtroDiagnóstico…, tiene más pinta de Alta Capacidad". Pero señoris, con todos mis respetos, ¿habéis hecho alguna prueba para justificar ese comentario tan irracional y a la vez tan peyorativo para el resto de diagnósticos? Tras esa información, ¿explicáis con algunos datos el por qué descalificáis al resto de diagnósticos con sintomatología compatible? Como consecuencia de estas situaciones, veo en consulta personas frustradas porque tienen una inteligencia en un percentil 70 u 80. Se encuentran por encima del 70% u 80% de la población en cuanto a inteligencia se refiere y viven las emociones propias de un duelo por no ser Alta Capacidad, solo porque se lo han dicho previamente y habían sentido la ilusión de que esa fuera la explicación a su sintomatología actual.

Además, es de vital importancia explicarles que el cerebro va madurando con los años y que la corteza prefrontal, encargada de la atención, la memoria, la inteligencia, la conducta social y la motivación entre otros aspectos, no madura hasta los 24-25 años de edad, por lo que es posible que un niño de 8 años sea Alta Capacidad: Precocidad cognitiva y que a los 14 años su inteligencia se haya establecido como normal debido a que su desarrollo se ha normalizado con el desarrollo evolutivo del menor. El cerebro es un músculo que se entrena y se desarrolla. Algunos se desarrollan más rápido al principio y luego van ralentizando su maduración, otros se desarrollan más lento al principio y llegado un momento tanto por el propio crecimiento como por el trabajo de estimulación cognitiva, se igualan al resto de las personas de su edad. Por lo tanto, no es adecuado pensar con 30 años que eres Alta Capacidad porque te dieron un diagnóstico que así lo definía cuando tenías 12 años. La inteligencia se debe reevaluar, al menos, hasta que la corteza prefrontal haya llegado a su maduración total para no caer en diagnósticos erróneos, solo porque nos hacen sentir bien.

Por tanto, aprovecho este post para animaros a evaluaros también cuando creéis que podéis tener un alto nivel de inteligencia, os ayudará a entenderos y a respetar vuestras necesidades individuales en el caso de que no lo hagáis actualmente. Pero, por favor, hacedlo con criterio. Ante cualquier diagnóstico propuesto por un profesional sin una explicación de por qué no puede ser mejor explicado por otros o sin valorar la posibilidad de que lo sea y, muy importante, de que NO LO SEA y por eso se plantea llevar la evaluación como descarte… permitíos el beneficio de la duda y, aunque a algunos profesionales les moleste esto que voy a decir a continuación, preguntad. Preguntad todo lo que necesitéis. Tenemos derecho a entender lo que nos dicen. Preguntar no es sinónimo de retar a la autoridad sino de aprender sobre nosotros mismos.

Mónica Blasco.