Cómo gestionar los conflictos

Un conflicto es cualquier situación donde discrepemos, donde no estemos de acuerdo o las cosas se vean diferentes, y puesto que no hay dos personas iguales, los conflictos forman parte inevitable de la experiencia humana. Ya sea con una pareja, un compañero de trabajo, un amigo o incluso con nosotros mismos, los desacuerdos y tensiones surgen de forma natural cuando entran en juego diferentes valores, expectativas o necesidades.
Aunque lo primero que nos viene a la cabeza cuando pensamos en conflicto es algo negativo, estas situaciones también son oportunidades de crecimiento personal y relacional si sabemos gestionarlos de forma saludable.
¿Por qué a algunas personas les afectan tanto los conflictos?
Las emociones influyen de forma decisiva en cómo percibimos y respondemos a los conflictos, ya que alimentan y moldean la dinámica del conflicto. Una emoción intensa puede dificultar la comunicación racional, interferir en la escucha activa y hacer que reaccionemos de forma impulsiva.
Muchas personas se bloquean o tienden a evitar el conflicto, esto es una respuesta emocional aprendida que puede darse cuando se ha desarrollado un apego inseguro u otros patrones psicológicos que les hacen temer la confrontación, asociándola con rechazo, ansiedad o vergüenza. Este miedo puede llevar a evitar hablar, callar necesidades o retirar la comunicación, lo cual puede generar resentimiento y agravar la situación a largo plazo.
Por ello es necesario aprender a gestionar las emociones cuando nos encontramos en una situación de conflicto.
Algunas técnicas para gestionar las emociones durante una discusión pueden ser:
- Reconocer y etiquetar las emociones: Ponerle nombre a las emociones reduce su intensidad y ayuda a activar áreas del cerebro encargadas del razonamiento en lugar de la reacción pura.
- Respiración y regulación fisiológica: Respirar lenta y profundamente puede activar la parte del cerebro que regula el pensamiento racional y bajar la reactividad emocional.
- Tomar pausas: Alejarse brevemente de la situación, para regular las emociones y poder volver con más claridad y menos reactividad. Este enfoque evita respuestas impulsivas y favorece una comunicación más eficaz al regresar, pero tienen que acordarse con la persona con la que estamos teniendo la discusión para que no crea que queremos evitar la situación.
- Identificar la raíz de la emoción: A menudo no es la situación en sí la que provoca la emoción, sino una creencia o temor subyacente (p. ej., "si digo lo que siento, la otra persona se molestará"). Reconocer estas creencias puede permitir reformularlas y reducir la carga emocional asociada.
¿Cómo nos enfrentarnos a los conflictos?
Normalmente nos enfrentamos a los conflictos de varias formas:
- Evitación: solemos evitar los conflictos porque pensamos que no tenemos habilidades para afrontarlo y comunicarnos o porque creemos que vamos a perder el conflicto. Pensar de este modo te conecta con el fracaso y te bloquea.
- Confrontación: en este caso nos colocamos en la posición de "debo ganar". Esto genera que el conflicto se convierta en una guerra, con la consecuencia de que alguien acabará sufriendo daño.
- Diálogo: esta opción es la ideal. Entender las necesidades de la otra persona y poder comunicar las tuyas para llegar a un acuerdo, para que las dos partes ganen. El problema es que no nos enseñan a hacerlo de esta manera.
Algunas técnicas de resolución de conflictos que podemos utilizar son:
Comunicación efectiva:
* Escucha activa: prestar atención real a lo que dice la otra persona, sin interrumpir ni juzgar.
* Comunicación asertiva: expresar tus pensamientos, necesidades y emociones de forma clara, respetuosa y sin agresión. Estas técnicas facilitan la comprensión mutua y reducen malentendidos.
Negociación:
La negociación es un proceso mediante el cual las partes implicadas:
- Identifican intereses reales (más allá de las posiciones superficiales),
- Exploran opciones conjuntas de resolución,
- Llegan a acuerdos mutuamente aceptables.
La negociación se centra en soluciones que beneficien a todos, no en "ganar/ganar"
Mediación:
En la mediación, una tercera persona neutral facilita la comunicación entre las partes para que puedan encontrar una solución. Esta técnica es útil cuando las emociones están muy activadas o los puntos de vista están muy polarizados
Colaboración y compromiso:
- Colaboración: buscar soluciones conjuntas donde todas las partes ganen; se basa en confianza, creatividad y cooperación.
- Compromiso: cada parte cede en algunos aspectos para llegar a una solución
intermedia aceptable.
Estas técnicas implican mover el foco de "tengo razón/él tiene razón" hacia qué necesidades están en juego y cómo satisfacerlas juntos.
Gestionar los conflictos no solo implica encontrar soluciones a un problema externo, sino conocerse y gestionar lo que sentimos en el proceso. Las emociones no son "enemigas" del conflicto: son parte central de cómo nos relacionamos y cómo podemos crecer a partir de estas situaciones. A través del reconocimiento emocional, la regulación eficaz y la comunicación asertiva, podemos transformar las tensiones en oportunidades de entendimiento y conexión más profunda.
Davinia Ribes