Deseo sexual hipoactivo

07.02.2021

La evaluación del deseo resulta compleja, ya que no siempre se corresponde con una manifestación fisiológica observable, siendo mucho más subjetivo.

¿Qué entendemos por deseo?

La primera fase dentro de la respuesta sexual humana es la de deseo, ésta fase fue añadida por Helen S. Kaplan en 1978, y comprende pensamientos, emociones y sensaciones que generalmente aumentan el nivel de libido. En esta etapa, los aspectos psicológicos y la percepción sensorial son fundamentales para que la persona pueda sentirse sexualmente motivada.

Las dificultades sexuales en la fase de deseo sexual son cada vez más frecuentes en nuestra sociedad. Esto es debido sobre todo al estilo de vida que llevamos y, aunque son más comunes en las mujeres, cada vez acuden más hombres a consulta con este problema. Esto tal vez se deba a que cada vez son más capaces de admitir que tienen dificultades en este aspecto y piden ayuda profesional de forma más habitual.

¿Cómo se diagnostica el deseo sexual hipoactivo?

Para poder diagnosticar las disfunciones sexuales, se deben cumplir los siguientes criterios:

  • Que no exista patología orgánica o abuso de sustancias, ni malestar acusado dificultades en las relaciones interpersonales
  • Estar presente en la mayor parte de las relaciones sexuales (70-80%)
  • Tener una persistencia al menos de 6 meses

Según es DSM-V, el deseo sexual hipoactivo se entiende como:

  • Disminución (o ausencia) de fantasías y deseos de actividad sexual de forma persistente o recurrente.
  • El juicio de deficiencia o ausencia debe ser efectuado por el clínico, teniendo en cuenta factores que, como la edad, el sexo y el contexto de la vida del individuo, que afectan a la actividad sexual.
  • El trastorno sexual hipoactivo provoca malestar acusado o dificultades de relación interpersonal.
  • El trastorno sexual no se explica mejor por la presencia de otro trastorno (excepto otra disfunción sexual) y no se debe exclusivamente a los efectos fisiológicos directos de una sustancia (p. ej., drogas, fármacos) o a una enfermedad médica.

En el DSM-5 el TDSH y el trastorno de la excitación femenina se han incluido dentro de la categoría trastorno del interés-excitación sexual femenina, y aparece en categoría independiente el trastorno de deseo sexual hipoactivo en el varón.

Los TDSH se clasifican de acuerdo con el momento y las circunstancias de su aparición en:

Primario: aparece desde el inicio de la actividad sexual, pues durante toda su vida la persona ha mantenido un deseo sexual bajo;

Secundario: se inicia después de un período de deseo sexual satisfactorio;

Generalizado: existe bajo deseo para cualquier tipo de actividad sexual o de pareja;

Situacional: existe bajo deseo para un tipo específico de actividad sexual o de pareja (por ejemplo, no se tiene deseo sexual con la/el esposa/o, pero sí con parejas ocasionales.

Aunque los criterios diagnósticos puedan parecer claros, como decía al principio, la evaluación del deseo resulta compleja, ya que cada persona tiene su propia definición de lo que es el deseo sexual normal, basada en su cultura, su historial, experiencias sexuales y características biológicas.

Además, a veces aunque para una persona su deseo sexual nunca haya supuesto un problema, el hecho de tener una pareja mucho más activa sexualmente puede desencadenar un malestar y el miembro con bajo deseo se siente abrumado por la alta demanda del otro, entonces el deseo sexual le desciende aún más, llegando a la evasión.

Ésta disfunción es más común en la mujer y en su diagnóstico será fundamental distinguirla de otras disfunciones ya que todas las demás pueden provocar un bajo deseo sexual.

En cuanto al bajo deseo en el hombre, los diferentes estereotipos referidos al deseo masculino ("el hombre siempre está dispuesto"), la interpretación que hace la mujer del bajo deseo de su pareja ("ya no me deseas") y sobre todo si el deseo hipoactivo es situacional y secundario, puede hacer que el hombre se plantee si realmente quiere a su mujer. Todo esto genera una exigencia del entorno y propia que es opuesta a la apetencia.

El 60% de los hombres con inapetencia sexual, presentan además otras disfunciones, como disfunción eréctil o eyaculación rápida. Pero si exploramos las causas, encontramos de fondo un deseo sexual hipoactivo. También hay que tener en cuenta que el hombre tiene un deseo más centrado en el propio acto sexual y es muy frecuente que el deseo se active sin tener relación con un elemento externo.

¿Qué puede estar causando el deseo sexual inhibido?

Dentro de las causas fisiológicas podemos encontrar: climaterio femenino, climaterio masculino, embarazo, lactancia, fatiga y otras causas médicas y farmacológicas.

En cuanto a causas psicógenas, a nivel individual encontramos: una educación sexual restrictiva, orientación sexual no aceptada, baja autoestima, inconformidad con la imagen corporal, creencias culturales y las experiencias traumáticas como el abuso sexual y la violación. El estrés es otra causa de deseo sexual bajo (estrés laboral, económico, familiar u otros)

También existen causas relacionadas con la relación de pareja, como: conflictos de pareja; disputas continuas (violencia psicológica); una disfunción sexual de la pareja, el alcoholismo o el consumo de otras sustancias de abuso por parte de la pareja, episodios de celos y agresiones (violencia psicológica y física), infidelidad, etc.

¿Cuál es el tratamiento?

Una de las pautas básicas en el tratamiento de esta disfunción es la psicoeducación.

Se trabaja en la idea que el paciente tiene del deseo, de la variabilidad de éste y de la influencia, así como de otros factores como las creencias distorsionadas que, en los hombres pueden generar expectativas demasiado elevadas ("siempre debería estar dispuesto")

Se normaliza la posibilidad de no tener deseo y se valoran otros tipos de deseo, ya que muchas personas tienen una visión reduccionista y creen que el deseo se refiere a la apetencia de tener sexo con penetración, sin embargo tener ganas de hacer cosas juntos, masajes, besos o abrazos forman parte del mismo continuo del deseo.

Lograr que las personas perciban que tienen deseo de algunas cosas les ayuda a conectar con sus disposiciones y a darse permiso para disfrutar de ellas sin ir a más.

Por otro lado también es necesario abordar los problemas relacionados con la pareja, realizando un entrenamiento en habilidades de seducción, de comunicación e interacción de la pareja. Se busca aumentar las interacciones positivas y las emociones de bienestar asociadas a estas. En caso de que la pareja esté muy deteriorada, puede ser necesario postergar el resto de los pasos siguientes para realizar terapia de pareja.

Además se practicarán otras técnicas como la autoestimulación con fantasías, ejercicios relacionados con la autoimagen y la autoestima, ejercicios de focalización sensorial, la exploración y comunicación de deseos y el desarrollo de un entrenamiento conductual para el aumento del placer de forma progresiva en interacciones relacionadas con la pareja.

En muchas ocasiones son problemas pasajeros que terminan con la adaptación a nuestra nueva situación vital o la vuelta espontánea a la normalidad. Sin embargo, en otras ocasiones, estos problemas no sólo no desaparecen, sino que, además, la persona afectada los vive como una carencia importante, lo que le genera malestar. En estos casos es necesario pedir ayuda profesional para solventarlo.

AUNQUE NO PODAMOS PROVOCAR EL DESEO, SÍ QUE PODEMOS CREAR SITUACIONES QUE LO AUMENTEN.


Davinia Ribes.