El consumo de pornografía en población adolescente
En los últimos años internet se ha convertido en docente y consultorio sobre sexualidad para la población adolescente, y con él la pornografía.
La nueva pornografía es accesible, ilimitada (tanto en contenido como en tipo de prácticas), anónima e interactiva.
Las principales fuentes a través de las cuales un adolescente accede a contenido porno son, su grupo de iguales, anuncios, el cine y la televisión y por búsqueda activa.
Los chicos suelen consumir pornografía porque está especialmente diseñada para ellos y a través de ella satisfacen sus necesidades, por otro lado las chicas suelen adentrarse como método para aprender lo que se espera de ella (gestos, posturas, etc.)
En relación con la diversidad de orientaciones e identidades, se suelen buscar prácticas correspondientes a sus propias preferencias.
¿Cuáles son los riesgos del consumo de pornografía en la población adolescente?
El principal riesgo del consumo de pornografía a estas edades es el no saber distinguir la ficción de la realidad. Es importante tener una visión crítica, para lo cual es necesario tener una previa educación sexual, para ser capaz de reconocer la ficción, la desigualdad, la violencia y las prácticas de riesgo que se dan en la pornografía, para después no aplicarlo en la vida real.
Muchos adolescentes consideran que el consumo de pornografía ha influido en sus relaciones sexuales, por lo que toman estas imágenes como referencia y aprendizaje. Esto es alarmante ya que en la mayoría de estos videos se dan relaciones jerárquicas y de poder en las que normalmente la mujer adopta una postura de sumisión.
Diferencias entre el porno y la realidad
Existen muchas diferencias entre cómo se muestran las relaciones sexuales en el mundo del porno y como son en la realidad.
En cuanto al tipo de relaciones sexuales, en el porno suelen ser "aquí te pillo aquí te mato", no hay comunicación ni consentimiento, las relaciones suelen reducirse a la penetración y el sexo oral, no existe cariño ni respeto y no se usa preservativo.
En la vida real se necesita un deseo y una excitación previa para que se dé una relación sexual, es decir, primero suele haber una aproximación en la que se dan besos y caricias y nuestros genitales se acondicionan para esa relación que por supuesto ha de ser consentida y en la que ambos deben tratarse con respeto y con la confianza suficiente pare decir lo que se quiere hacer y lo que no, y por supuesto se tiene que practicar sexo seguro con el uso del preservativo.
En cuanto a cómo se muestran a los hombres y a las mujeres en el porno, también existen diferencias con la realidad.
En el hombre, su cuerpo suele ser musculoso y el tamaño del pene es grande. Las eyaculaciones se muestran desproporcionadas, siempre están dispuestos para mantener relaciones y suelen embestir y sujetar a sus parejas con mucha fuerza.
En las mujeres, sus cuerpos también son sugerentes, sus pechos suelen ser grandes y siempre aparecen depiladas. Se muestran dispuestas a realizar determinadas prácticas y también suele exagerarse su eyaculación.
La escena culminante en el porno es el orgasmo, pero prima el masculino y en las posturas que exige el director casi nunca aparece la estimulación del clítoris. Además suelen usar un lenguaje soez y machista, dirigiéndose a la mujer cómo "perra", "zorra", etc. algo que en la vida real sería inadmisible, a no ser que fuese consentido por ambas partes considerado como una ocasional teatralización.
No olvidemos que las personas que aparecen en el porno son actores y que nos muestran lo que quieren que veamos, que hay una producción detrás y que las cámaras toman las imágenes que consideran más adecuadas para determinado público.
Por todo lo que hemos mencionado anteriormente, consideramos que el principal peligro de la pornografía es que chicos y chicas conformen su deseo en torno a lo ven, a pesar de ser violento o desigual, pensando que lo que ven en esas imágenes está bien y es lo normal.
También es muy peligroso que crezcan pensando que su consentimiento, sus deseos y preferencias, o los del resto, no tienen por qué ser tenidos en consideración.
Por todo ello es muy importante dotar a nuestros menores de una educación afectivo-sexual de calidad.
Davinia Ribes