Importancia de una buena autoestima
¿Qué es la autoestima?
La autoestima es el aprecio que nos tenemos, los sentimientos que nos
profesamos, es el cómo nos sentimos con nuestros comportamientos,
actitudes, habilidades, logros y fracasos.
Tener un adecuado nivel de autoestima es básico para nuestra salud física y
psicológica, y es que la forma en que nos vemos condiciona nuestra vida.
¿Cómo se desarrolla?
La autoestima no es algo innato ni heredado, si no que se va desarrollando
a lo largo de nuestra vida.
Durante la niñez tomamos conciencia de nuestra existencia y empezamos a
darnos cuenta de que somos diferentes de los demás, es entonces cuando
comienza a formarse el concepto que tenemos de nosotros mismos, que va a
depender en gran medida de las personas que nos rodean y de nuestras
experiencias y relación con ellos. Nuestra autoestima será la valoración de ese
autoconcepto.
Cuando somos pequeños necesitamos feedback de nuestros padres y
maestros sobre nuestro desempeño, y el hecho de que ellos reconozcan
nuestras habilidades y aciertos influirá sobre la forma en que nos sintamos con
nosotros mismos. Si ellos no reconocen nuestros logros, terminaremos
pensando que éstos no existen, y si siempre nos exigen más sentiremos que
nuestro esfuerzo no es suficiente.
Si el niño pasa a la adolescencia con una imagen negativa de sí mismo, sin
confiar en sus habilidades o sintiendo que no es suficiente, le resultará más
difícil superar esta etapa de búsqueda interna.
A lo largo de nuestra vida, la autoestima irá desarrollándose y modificándose
con nuestra experiencia. De esta forma la persona acabará desarrollando una
autoestima sana o, por el contrario, una autoestima baja.
Además nuestra autoestima puede sufrir fluctuaciones en diferentes etapas de
nuestra vida.
¿Cuáles son las características de una persona con baja autoestima?
Las personas con problemas de autoestima suelen ser inseguras y
desconfiar de sus propias capacidades. Evitan tomar decisiones por miedo a
equivocarse, esperan a que los demás decidan por ellos ya que piensan que
los demás tienen más capacidad que ellos mismos para tomar buenas
decisiones. También delegan esas decisiones para complacer a los demás.
Suelen ser personas más bien pesimistas, que piensan que todo les va a salir
mal y no saben solucionar los problemas a los que se enfrentan.
El diálogo interno de estas personas suele ser muy negativo. Éste diálogo
suele incluir frases del tipo "no valgo para nada", "todo lo que hago, lo hago
mal" o "no seré capaz de lograrlo". El hecho de no ser capaz de expresar lo que
desea o no hacer valer sus derechos hace que se recrimine y se culpabilice por
ello, generando un dialogo dañino que acaba por reforzar la pobre imagen que
tienen de sí mismos.
Por otro lado, tienen una gran necesidad de aceptación por lo que en
situaciones sociales suelen sentir mucha presión. El miedo a la crítica o que les
dejen de lado hace que adquieran una actitud más reservada.
La baja autoestima puede derivar en problemas físicos, psicológicos y sociales,
como pueden ser procesos depresivos, insomnio o ansiedad, entre otros.
¿Cómo mejorar la autoestima?
Cuando una persona tiene baja autoestima no se quiere, no se acepta y no
valora o no es ni siquiera capaz de ver sus cualidades.
Una buena autoestima se basa en querernos y aceptarnos como somos,
de forma incondicional. Con nuestros defectos y nuestras virtudes, de
una manera realista y positiva.
Aunque en muchas ocasiones será necesario un acompañamiento
psicológico para conseguir aumentar nuestra autoestima, hay algunos
ejercicios que pueden ayudarnos:
- Identifica los pensamientos negativos y sustitúyelos por otros que se
ajusten más a la realidad.
- Afronta las situaciones aunque lo hagas con miedo, si cometes algún
fallo acéptalo. No se trata tanto de conseguir el objetivo si no de saber
que has tenido el valor de enfrentarlo en lugar de evitarlo.
- Deja de compararte con los demás. Todos somos diferentes y tenemos
distintas cualidades. Trata de valorarte tal y como eres.
- Trátate con cariño, igual que tratarías a un buen amigo.
- Identifica tus fortalezas, esas habilidades que se te dan especialmente
bien. Si te cuesta encontrarlas puedes pensar en los logros que hayas
conseguido a lo largo de tu vida, las características personales que has
necesitado para conseguirlos, son tus fortalezas.
- Perdónate a ti mismo por tus errores. Trátate con la misma empatía que
tratas a tus seres queridos, sin juzgarte ni criticarte.
- Lleva tu atención hacia fuera. Pensar solo en ti y en tus problemas no te
hace ningún favor.
- Ponte metas realistas y traza un plan de acción para alcanzarlas.
- Realizar ejercicio también ayuda, ya que reduce los niveles de cortisol y
aumentar tu bienestar gracias a la liberación de endorfinas, así que
¡Muévete!
Davinia Ribes.