La Batería de Caricias

16.06.2022

¿Sabes lo que es una caricia desde el ámbito del Análisis Transaccional? Antes de definir el término de caricias, te presento la siguiente situación:

Imagina que vas por la calle, ves a una persona que conoces y que viene en la otra dirección y cuando te cruzas con ella sonríes y dices: ¡Qué buen día! Y esa persona te sonríe y te dice: ¡Sí que lo es, sí!

En este momento habéis intercambiado caricias, porque una caricia se define como una unidad de reconocimiento.

Generalmente, no damos importancia a estos momentos, pero ahora imagina la misma situación con un matiz diferente. Vas andando por la calle, te cruzas con esa persona y le dices: ¡Qué buen día! Pero, esta vez la otra persona no responde nada y pasa de largo como si no te hubiera visto. ¿Cómo te sentirías? Puedes enfadarte con ella, sentir desconcierto o tristeza, etc. ¿Qué hacen algunos niños cuando se enfadan? Te dicen "ya no te ajunto" y dejan de hablarte.

Esto es un ejemplo muy simple pero muy claro de que las personas necesitamos caricias y si no las sentimos, nos sentimos privados de ellas.

El ser humano tiene unas determinadas necesidades básicas

Esta imagen es la muy conocida pirámide de Maslow. En ella, Maslow cataloga las necesidades de las personas por orden de prioridad de abajo hacia arriba. Si relacionamos esta pirámide con las caricias, encontraríamos que las caricias son necesarias para dar seguridad. ¿Qué hacen los niños cuando se asustan o cuando quieren que les defendamos de algo o alguien? Se agarran a nosotros, nos abrazan, les damos seguridad con el contacto físico.

En el siguiente nivel relacionado con la necesidad de aceptación social, las caricias son palabras y gestos de afecto, son abrazos, son besos, son ese "te quiero" o "me encanta estar contigo" que forman parte del amor y la amistad.

En cuanto a la necesidad de autoestima, las caricias nos dan confianza, nos hacen sentir respetados.

Y, por último, las caricias nos las podemos dar a nosotras mismas. Podemos darnos autocaricias dedicándonos tiempo para leer, para ver una película, para dar un paseo... Estas autocaricias ayudan a cubrir la necesidad de autorrealización.

Por otra parte, Eric Berne prefiere llamar "hambres" a esas necesidades y distingue tres tipos de hambres:

Hambre de estímulos:De sensaciones físicas y de estimulación sensorial. Los niños que han estado privados de estimulación pueden mostrar afectaciones orgánicas que condicionan la posible mejora: problemas de motricidad, de control de la atención, etc.

Las formas más esenciales y efectivas de estímulo sensorial las proveen el contacto social y la intimidad física (el contacto).

Hambre de reconocimiento: Aparece cuando crecemos y sobre todo en la adolescencia rechazamos las caricias físicas. Es entonces cuando este tipo de hambre y sus consecuentes caricias pasan a ser las más importantes. Pero si olvidamos el hambre de estímulos y lo cambiamos por el de reconocimiento, nos falta algo. Y al faltarnos ese algo, puede ser que los símbolos de reconocimiento se vuelvan muy apreciados, tanto como para suplir la carencia de las caricias físicas y puede ser que se deseen con más intensidad los estímulos de reconocimiento cada vez que nos relacionamos con la gente mediante una mirada, una sonrisa, una frase, un whatsapp, un me gusta en las redes socailes...

Hambre de estructura:Hace referencia a la necesidad de programación como intento de evitar el aburrimiento. Si el aburrimiento persiste durante un tiempo prolongado por falta de estimulación o de actividades, se vuelve sinónimo de inanición emocional y puede tener las mismas consecuencias que la falta de estímulos físicos y de reconocimiento.

Y ahora que ya sabemos lo importante que son las caricias, paso a denominar los diferentes tipos que hay.

Las caricias pueden ser:

  • Verbales: gracias, qué buen día, ¡cuánto tiempo sin verte!.. Y cualquier tipo de conversación.
  • No verbales:una sonrisa, una mirada, un abrazo, un beso, un apretón de manos, asentir con la cabeza...
  • Agradables:Nos resultan placenteras como, por ejemplo, ir al cine.
  • Desagradables: Nos hacen sentir mal. Por ejemplo, un castigo. Cuando le ponemos un límite a nuestros hijos, le estamos dando una caricia, le estamos dando seguridad aunque para ellos sea algo desagradable.
  • Positivas: Transmiten amor, confianza y aceptación. Ej. Escucha activa. Una de las caricias positivas más potentes es la de escuchar al otro sin juzgar.
  • Negativas: Reconocemos a la otra persona de forma negativa. Transmiten:
  • Desamor: no mereces vivir, no seas..., no eres...
  • Desconfianza: no sabes..., no sirves..., no vales...
  • Incondicionales. El reconocimiento de que la persona es valiosa por sí misma con independencia de su conducta. Ej. Te quiero, qué grande eres...
  • Condicionales. Esta clase de caricias responde básicamente al "hambre de reconocimiento" y son las más corrientes en el terreno educativo como las felicitaciones, permisos, sanciones o castigos. Ej. Bien hecho, qué bien te has portado.

Dar y recibir caricias

Algunas personas tienen la costumbre de dar caricias que empiezan sonando positivas pero tienen una "pullita" negativa al final.

Ej. Puedo ver que entiendes esto, más o menos

Ej. Es un abrigo encantador, ¿lo compraste en la tienda de segunda mano?

A esto se le llama caricias falsas à Te dan algo positivo pero luego te lo quitan

También existen personas que son muy liberales para repartir caricias positivas, pero no lo hacen de forma sincera. Ej. ¡Que alegría verte! (En realidad quería cruzarse de acera, pero le ha sido imposible)

Estas caricias se llaman caricias de plástico

Por el lado contrario, otras personas tienen problemas para dar cualquier tipo de caricia. Estas personas vienen de familias en las que las caricias positivas eran escasas. La cultura es un factor influyente. Ej. En Gran Bretaña o en Escandinavia se dan menos caricias físicas que en la cultura latina o caribeña.

En cuanto a las caricias, todos tenemos nuestras preferencias.

Si una caricia se adapta a la experiencia que hemos vivido, será aceptada tal cual. Ej. Si toda la vida nos han dicho que dibujamos muy bien, aceptaremos ese cumplido cuando seamos adultos porque estamos acostumbrados.

Si la caricia se aproxima, es posible que la rechacemos o que la aceptemos o incluso que la convirtamos en una descalificación. Ej. Una persona a la que nunca le han dicho que es guapa puede reaccionar de la siguiente forma:

  • Qué guapa vas
  • Eso es que me ves con buenos ojos

A esto se le llama: Descuento de la caricia.

Pedir caricias

Además de aceptar y dar caricias, también podemos pedirlas. Existe un mito sobre las caricias que nos han enseñado a muchos de nosotros. El mito es:

"Las caricias que tienes que pedir no tienen valor"

La realidad es esta:

Las caricias que recibes al pedirlas tienen el mismo valor que las caricias que recibes sin pedir.

Si quieres un abrazo pídelo y recíbelo, es igual de bueno.

Orden para llenar nuestra batería de caricias

Al principio buscamos ser acariciadas por el mero hecho de existir, pero si no nos acarician así, buscamos hacer las cosas que le gustan a la otra persona para que nos acaricie por ello. Pero, si aun así no nos acarician, pasaremos a hacer cosas que molesten a la otra persona para llamar su atención. Y, por último, si todavía no nos hacen caso, haremos lo que sea necesario para que nos odien.

Y es que ya lo decía William James:

"Si nadie volviera la vista cuando entramos, contestara cuando hablamos o si a nadie le importara lo que decimos, si las personas a las que nos encontramos nos hicieran el vacío y actuaran como si no existiéramos, no tardaría en invadirnos una desesperación furiosa e impotente y, en comparación, la tortura física más cruel sería un alivio" (William James)


Mónica Blasco.