La importancia de un buen diagnóstico en la adultez

11.09.2022

Parece que tenemos muy clara la importancia de un buen diagnóstico en la infancia y en la adolescencia, pero cuando hablamos de la adultez, nos seguimos encontrando resistencias provocadas por mitos que se suelen presentar con la palabra "etiqueta" con connotación negativa y peyorativa como sinónimo de "diagnóstico".

Es cierto que no siempre se necesita un diagnóstico para trabajar determinados síntomas, sobre todo aquellos diagnósticos ambiguos y que no clarifican nada como "trastorno X no especificado". En estos casos, la diferencia entre decir y no decir, no es tan clara.

Por eso el título de este post matiza la importancia de un "buen" diagnóstico. Un diagnóstico que sirva para que la persona entienda sus acciones, sus pensamientos y sus emociones. Para que sepa qué herramientas son las más adecuadas ante su situación.

Actualmente en consulta y gracias a la actualización de nuestra profesión, nos encontramos cada vez más con posibles Trastornos de Déficit de Atención e Hiperactividad (TDAH) en la adultez y Autismo en la mujer.

Cuando lo hacemos ver a las personas usuarias, la primera pregunta que nos hacen es: ¿Y para qué me sirve saber si lo soy o no? A lo que yo me planteo, ¿por qué esta duda no la tenemos con los menores de edad? ¿Realmente es una duda racional o está condicionada por los mitos a cerca de la psicología y el momento cultural en el que hemos nacido? ¿Y si son ambas?


Pero el prejuicio llega aún más cuando lo comentamos con otros compañeros de la vieja escuela o cuando lo hablamos con nuestras amistades. La reticencia a tener una etiqueta en la adultez y al cambio que eso supondría en su forma de ver la vida pasada, les invita a preferir no saber el nombre de lo que les ocurre aunque quieran poner solución. Esto se ve en frases del tipo: "Y ahora ¿para qué quieres saber eso? ¿Qué ganas después de tanto tiempo?".

¿Por qué no ocurre eso con la medicina? Diabetes tipo I, tipo II, cáncer de mama, fibromialgia... Normalizamos el diagnóstico desde el primer momento, pero no ocurre lo mismo con la psicología.

Tener conocimiento de un buen diagnóstico te ayuda a saber qué opciones de tratamiento escoger y elegir la más adaptada a las propias necesidades. Si una persona plantea en consulta lo que parece una fobia social, se trabajará para exponer a esa persona a esas situaciones sociales que le generan ansiedad de forma gradual. Si es TEA (Trastorno de Espectro Autista) y su ansiedad social viene provocada por la forma en la que procesa lo estímulos y la energía que derrocha en cada evento social, la estrategia no se basará en exponerse a la situación sino a saber equilibrar sus necesidades sociales y de planes individuales para no sobrecargarse.

Por tanto, personas adultas que leéis este post: El diagnóstico puede ser importante en vuestro proceso terapéutico, siempre que sea un buen diagnóstico y tenga sentido. Trabajad por dejar atrás los miedos ya que quien os está asesorando es una persona profesional en ese terreno. Os prometemos que al menos, desde Centro Sia, lo haremos con todo el cariño del mundo.

Mónica Blasco.