Los pensamientos de tristeza

31.05.2020

A pesar de que hay determinadas situaciones que son desagradables y, por tanto, nos invitan a sentir emociones de un determinado tipo, los sentimientos de tristeza dependen, más que de los sucesos en sí, de la interpretación que se hace de ellos. Si una persona está totalmente convencida de que la rechazan o es una persona fracasada, siente el mismo malestar que si el rechazo o el fracaso fueran reales, aunque no lo sea. Ejemplo de una misma situación y distintas formas de interpretarla:

Una jefa está riñendo a sus empleados porque no han hecho bien su trabajo. Los pensamientos de los diferentes trabajadores pueden ser:

  • Empleado 1: Me lo merezco, no me ha salido bien.
  • Empleado 2: Da igual lo que haga, siempre acabo equivocándome.
  • Empleado 3: No es justo, había mucho trabajo y pocos empleados.
  • Empleado 4: Qué mujer más cansina, a ver si se va a su casa y nos deja en paz.
  • Empleado 5: Bla, bla, bla, no me importa nada lo que me estás contando.

Y así sucesivamente. Es probable que cada empleado pensara una cosa distinta ante una misma situación. Por tanto, no todos sentirían lo mismo. Entonces:

¿Son las situaciones las que nos provocan malestar? NO. Son los pensamientos que tenemos sobre esas situaciones, los que nos hacen estar tristes o felices.

¿Podemos conseguir controlar los pensamientos? SÍ. Con trabajo y práctica, se consigue.


Pero para poder controlar esos pensamientos, es aconsejable conocer los tipos que hay y generar pensamientos alternativos. Algunos de esos pensamientos son:

  • Inferencia arbitraria: Cuando se sacan conclusiones sin tener toda la información. Ejemplo: Mi amigo no me ha felicitado por mi cumpleaños, eso es que está enfadado conmigo. Alternativa: A lo mejor no ha tenido tiempo de felicitarme todavía o no se ha acordado.
  • Abstracción selectiva: Consiste en centrarse en detalles irrelevantes mientras se ignoran aspectos importantes. Ejemplo: Un alumno saca un 9 en un trabajo y piensa: Madre mía, qué fallo más tonto he tenido, podría haber sacado un 10. Alternativa: He sacado un 9. Es una nota buenísima.
  • Sobregeneralización: Se centra en sacar conclusiones generales de un hecho en particular. Ejemplo: He suspendido el examen de conducir. No sirvo para conducir, no sé por qué lo intento. Alternativa: Para el próximo examen voy a utilizar varias técnicas para relajarme y así lo haré mejor.
  • Magnificación: Se concede mucha importancia a las dificultades. Ejemplo: Una persona está ayudando en la cocina, se le cae un vaso de agua al suelo y se pone muy nerviosa. Alternativa: No pasa nada, es agua, se recoge con una servilleta y se friega el suelo.
  • Minimización: Se infravaloran los puntos fuertes. Ejemplo: Un alumno saca una buena nota en un examen de inglés y piensa que es una nota mediocre. Alternativa: Es una nota muy buena, se nota que he estudiado mucho.
  • Personalización: Se atribuye a sí mismo la responsabilidad de un suceso negativo que en realidad no depende de uno mismo. Ejemplo: Mi pareja está triste por algo que he hecho o que no he hecho. Alternativa: A lo mejor está triste por otra cosa, voy a preguntarle qué le pasa.
  • Pensamiento dicotómico: La ley del "todo o nada". Se clasifican las experiencias como perfectas u horribles. Ejemplo: Una persona va al cine a ver una película y no le gusta tanto como esperaba. Cuando sale, piensa que ha perdido el dinero, que ha sido aburrida y que hubiera sido mejor quedarse en su casa. Alternativa: No ha sido tan buena como esperaba, pero ha hecho algo distinto y ha salido de casa.

Además, las personas que se sienten tristes tienden a valorar los sucesos de la siguiente manera:

* Se fijan más en los aspectos negativos: Se fijan más en que han hecho mal una cosa que las otras siete restantes que han hecho bien.

* Atención a las consecuencias inmediatas: Si a la primera no sale como esperan, lo dejan.

* Tienen metas poco realistas: Se ponen objetivos muy difíciles de conseguir y, al no poder cumplirlos, ven reforzada su visión de que no pueden llegar a hacerlo.

* Suelen atribuir sus éxitos a causas externas y sus fracasos a causas internas: Si me ha salido bien una receta de cocina piensan que es porque era fácil pero si un trabajo en grupo ha salido mal es por su responsabilidad.

* Se felicitan poco por sus éxitos y, en cambio, se castigan mucho por sus errores: Los éxitos se convierten en algo "que debería ser" y por tanto no creen necesario reforzarse por ello, pero cada error es una falta grave.

¿Te identificas con alguno de estos pensamientos? ¿Te pasa a menudo? Quizá es el momento de empezar a detectarlos, a cuestionarlos y cambiarlos por otros alternativos.

Mónica Blasco.