Prevención del suicidio

12.09.2021

El pasado 10 de septiembre fue el día Mundial para la prevención del suicidio, este día ha sido promovido en colaboración con la OMS para concienciar a nivel mundial de que el suicidio puede prevenirse.

A nivel mundial, cada año se suicidan casi un millón de personas, 800.000 según la OMS. Por cada persona adulta que decide quitarse la vida, posiblemente más de otras 20 lo han intentado, y cada suicidio afecta íntimamente al menos a otras seis personas.

Otro dato preocupante es que el suicidio constituye la segunda causa de muerte en el grupo de 15 a 29 años de edad. Hay que tener en cuenta que cada vida perdida representa a un amigo, padre, hijo, abuelo o compañero de alguien. Por cada suicidio producido muchas personas alrededor sufren las consecuencias.

En nuestra sociedad, el suicidio sigue siendo un tema tabú, rodeado de muchos mitos y poca información que pueda ayudar a identificar situaciones de riesgo. Por ello, hemos decidido arrojar luz sobre el tema en este artículo.

Para empezar, es importante aclarar qué es la conducta suicida.

El suicidio es el acto por el que una persona se causa la muerte de forma deliberada, generalmente como consecuencia de un sufrimiento psicológico originado por eventos vitales o por trastornos psicológicos.

La conducta suicida es la culminación de un proceso que comienza con la ideación suicida. En la ideación suicida la persona comienza albergar el deseo y tiene pensamientos persistentes de querer acabar con su vida. Posteriormente a la ideación, se produce la planificación suicida, en la que la persona no solo tiene el deseo de acabar con su vida si no que construye un plan concreto para llevar a cabo el suicidio y, por último, la persona lleva a cabo su plan autolítico.

La mayoría de personas que piensan en suicidio no quieren morir, si no librarse de las circunstancias de sufrimiento emocional o físico que están viviendo, y el suicidio parece una alternativa aceptable en un momento determinado, aunque realmente no lo sea.

Existen algunos factores de riesgo que pueden aumentar la probabilidad de consumar un suicidio:

  • Haber tenido un intento de suicidio previo, Este es el mayor predictor de futuras conductas suicidas.
  • Antecedentes de depresión u otro trastorno mental.
  • Antecedentes familiares de suicidio.
  • Antecedentes de abuso sexual en la infancia.
  • Desesperanza.
  • Abuso de drogas y alcohol.
  • Tendencias impulsivas o agresivas.
  • Depresión
  • Aislamiento social
  • Violencia doméstica

El suicidio es un problema complejo en el que intervienen todo tipo de factores: psicológicos, ambientales, sociales y biológicos. No obstante, cada persona vive un universo concreto que habría que analizar, para determinar cómo ayudarle a superar la etapa por la que está pasando y evitar las conductas suicidas.

Existen una serie de mitos en torno al suicidio que no contribuyen a solucionar el problema y que dificultan su prevención.

Mitos acerca del suicidio:

  • La persona que dice que se quiere suicidar no lo hace: este mito lleva a minimizar el riesgo, considerando que las manifestaciones que hace la persona son manipulaciones. Siempre que hay un mensaje de ideación suicida, merece ser escuchado y atendido.
  • Hablar del suicidio con una persona que está en riesgo, le incita a hacerlo: todo lo contrario, el hablar con la persona de una manera compresiva, sobre el sufrimiento, los pensamientos o sentimientos que la persona padece le puede ayudar a que encuentren otra vía de resolución de los problemas.
  • El que se quiere suicidar no lo dice: Las estadísticas nos dicen que 9 de cada 10 personas que se suicidan manifiestan claramente sus propósitos suicidas y la otra persona deja entrever sus intenciones de forma velada.
  • El que se suicida desea morir: Esta es una forma de justificar la muerte por suicidio, pero en realidad el deseo de suicidio es ambivalente, por un lado la persona desea morir si su vida continúa sumida en el sufrimiento, sin embargo si se producen pequeños cambios en ella que la mejoren entonces desea vivir. Más que morir, lo que desean es acabar con el sufrimiento.
  • Todo el que se suicida es un enfermo mental: Si bien es cierto que las personas con enfermedad mental se suicidan con más frecuencia, no todas las personas que se suicidan son enfermos mentales. Hay personas que toman esta medida cuando se ven superadas por problemas (económicos, familiares, desahucios, pérdidas de seres queridos, etc). Este mito nos permite creer que si no desarrollas un trastorno mental entonces nunca habrá riesgo de suicidio.
  • Solo las personas con problemas graves lo hacen: en ocasiones el nivel de sufrimiento de la persona es muy elevado. aunque el problema que lo genera no sea para el resto de especial relevancia, ya que cada problema se valora de una perspectiva individual.

Muchas de las personas que están en riesgo manifiestan señales que son predictoras de su intención suicida. Por tanto debemos estar atentos a esas señales de alarma para poder intervenir y prevenir el suicidio.

Tenemos que prestar atención tanto a las señales verbales como a las no verbales.

En cuanto a las señales verbales podemos encontrar comentarios como: "no puedo más", "no quiero ser una carga para nadie", "la vida no vale la pena", etc. Estos comentarios no siempre significan que la persona vaya a suicidarse, pero es importante prestar atención a estas afirmaciones.

Por otro lado, algunas personas expresan abiertamente sus intenciones de suicidarse o incluso hablan de sus planes suicidas.

Otra señal verbal de riesgo son las despedidas que la persona puede hacer, por ejemplo despedidas cariñosas cuando esto no es propio de la persona, también puede retomar el contacto con familiares lejanos para despedirse, llamadas telefónicas a familiares y amigos, etc.

En cuanto a las señales conductuales podemos encontrar alguno de estos comportamientos:

  • Regalar sus pertenencias o enseres valiosos.
  • Cierre de sus redes sociales.
  • Gestionar temas burocráticos como puede ser seguros de vida o testamentos.
  • Elaborar cartas de despedida.
  • Realizar gastos económicos innecesarios o exagerados.
  • Evitar el contacto con amigos o personas cercanas.
  • Aumento significativo del consumo de drogas o alcohol.

¿Cómo podemos actuar ante una persona que quiere suicidarse?

Si una persona sospecha que un ser querido, puede estar presentando señales de riesgo suicida, existen una serie de recomendaciones para abordar esta situación:

  • Mantenerse atento a las señales y mostrar calma: Valora si la persona está presentando señales de alarma o si se ha visto inmerso en una situación que no puede gestionar.
  • Hablar con la persona: De forma abierta y honesta hablar sobre si está albergando esta idea y si tiene un plan para llevarlo a cabo.
  • Valorar el riesgo y decidir qué hacer: si presumimos que el riesgo es elevado, debemos recurrir a los servicios de urgencia para buscar ayuda de forma inmediata.
  • Eliminar todo posible acceso a métodos de suicidio: Retiraremos fármacos, cuchillos, cuerdas y todo aquello que la persona podría tener al alcance para llevar a cabo su plan. También podemos preguntar a la persona si tiene algún objeto escondido que forme parte del plan.
  • No dejar sola a la persona: acompañar a la personas hasta el momento en que pueda obtener ayuda profesional.
  • Contactar con personas del entorno: Es posible que necesites ayuda de otras personas para tomar decisiones. Padres, hermanos, pareja o amigos de la persona que está en riesgo te podrán ayudar a manejar la situación. Por tanto no te comprometas con la persona a mantener en secreto sus intenciones y comunícale que quieres contactar con alguna persona de su red de apoyo.
  • Contactar con los servicios de urgencia, ellos también te asesorarán sobre qué acciones debes llevar a cabo, así como otros organismos de ayuda a personas en riesgo de suicidio.
  • Mantenerse involucrado: El apoyo social es muy importante para las personas que albergan ideas suicidas. Presta tu ayuda en cuestiones cotidianas y comparte tu tiempo y actividades con la persona más allá de la situación de emergencia.
  • Buscar apoyo profesional: Animar a la persona a realizar terapia psicológica, para adquirir herramientas con las que poder enfrentarse a sus problemas.

Como conclusión, cabe destacar la importancia de que la sociedad se conciencie del problema del suicidio y que conozcan las causas y señales de alerta, ya que cualquier persona es clave en la prevención del suicidio y, a pesar de la complejidad de la situación, nuestro apoyo y ayuda pueden ser cruciales para la prevención.


Davinia Ribes